El proyecto de Ley de la Huerta de Valencia, para 42 ayuntamientos que forman Valencia y su área metropolitana propone que si promueven el uso público de los campos de cultivo podrán contabilizarlo en sus planes urbanísticos como espacios verdes ajardinados y, con ello, restar una superficie equivalente de la construcción de grandes jardines, según Paco Moreno en Las Provincias.
Actualmente el porcentaje de abandono de tierras de cultivo en València alcanza el 20% en la huerta histórica, las grandes infraestructuras han contribuido a fragmentarla. Para la denominada Huerta de Valencia desde hace muchos años hay propuestas para un nuevo modelo de gestión y ahora se promueve un ente metropolitano en el que participarán el Tribunal de las Aguas, la Generalitat, la Diputación y asociaciones agrarias. Los urbanitas quisieran ver crecer las frutas y hortalizas en las ciudades y hay proyectos de horticultura urbana por todas partes.
En la website de València Capital Sostenible explican que la compra pública de alimentos es una de las estrategias fundamentales que tienen las administraciones públicas -en este caso las de ámbitos locales- para cambiar el sistema alimentario con criterios de sostenibilidad ambiental y social. No tiene sentido que constantemente se publicite, por parte del ayuntamientos valencianos en el marco del Pacto de Milán y la Capitalidad Mundial de la Alimentación Sostenible, mensajes de alimentación saludable, de proximidad, de temporada, etc. y después en los comedores subvencionados con ayudas públicas, no se asuman, las propias directrices, dicen en un artículo “aprendiendo a comer”, publicado por Alfons Pelló de la VSF, Justícia Alimentaria
En la UE se está llegando a acuerdos, en algunos casos con polémica, sobre la regulación de la comida ecológica, una tendencia con un pequeño auge en todo el mundo.
Laura delle Femmine publica una información en El País destacando que Alemania es como una meca de la comida ecológica. Los alemanes son los grandes compradores de alimentos ecológicos de Europa y el segundo del mundo solo por detrás de Estados Unidos. La agricultura “orgánica” crece en todo el mundo. Según la Sociedad Española de Agricultura Ecológica, “existen dos Europas, una, la del norte que es consumidora de alimentos “bio” y la del sur, es productora”.
Ecológico, biológico, orgánico, todos son sinónimos. La clave no está en los nombres, lo que se certifica es el proceso, el cultivador y el producto para vender. La normativa de los alimentos comercializados como “ecológicos” dice cómo se produce, se etiqueta y el control realizado por las empresas certificadoras. Por ejemplo, para obtener la certificación ecológica hay que prescindir de los fertilizantes tradicionales durante tres años
La agricultura ecológica ha recibido un espaldarazo por la sociedad. A la gente les interesa su bienestar, la salud y el medio ambiente. Tanto en Alemania como en tantos otros países, igual en las tiendas especializadas, como las marcas de cadenas de tiendas con distribución organizada de alimentación, incorporan categorías nuevas con alimentos biológicos. El precio en la “alimentación ecológica” es una barrera para democratizar aún más el consumo, además ahora en la UE, se está definiendo la nueva normativa que regulará la producción ecológica.
Nuestros hábitos alimenticios no alcanzan mayoritariamente los objetivos de una dieta saludable, se dice en un artículo sobre “agricultura local para retos globales: visión de la profesora Louise O. Fresco” publicado en la Biblioteca de Horticultura.
La profesora Louise O. Fresco, presidenta de la Universidad de Wageningen, en Holanda, hace crítica de los alimentos orgánicos, es una ideología confusa de la clase media, dice, un intento de reconstruir el paraíso. En la abundancia actual de alimentos, “el movimiento orgánico se nos muestra como un anhelo por lo pequeño, local y personal”, opina Fresco.
El comercio de alimentos de proximidad y los “ecológicos” están dejando de ser un nicho. No es comida para pijos, diría el Comidista. Los nichos, donde están es en los cementerios. La distribución de alimentos procedentes de los cultivos ecológicos han crecido a un ritmo de 500.000 hectáreas por año en Europa en la última década, según Eurostat, en 2015 acaparaban el 6,2% de la tierra cultivable y en la IFOAM señalan objetivos de alcanzar el 50% para 2030.
La etiqueta europea (organic leaf, hoja ecológica), es el sello que certifica que el proceso cumple con los estándares. En la BNN, la asociación alemana de procesadores, mayoristas y minoristas ecológicos, tienen asociadas unas 2.500 tiendas y las ventas de productos ecológicos representan el 5% de todo el sector alimentario.
Recientemente Romain Vollmar del grupo francés Pomona explicó, en el Prognosfruit de Lleida, el proyecto Terre Azur; frutas y verduras de mi región; este proyecto y mediante unos formatos de etiquetados QR y un particular diseño web permite a este distribuidor geolocalizar a los “productores” (1) y “restaurantes” (2) locales, que son sus proveedores (1) e influencers (2) en el caso de los cocineros ambos actores necesarios para la estrategia del mencionado proyecto.
El grupo de supermercados Rewe de Alemania lanza el proyecto Rewe Regional, el grupo Herbolario Navarro abrirá 14 nuevas tiendas de alimentos ecológicos en España, y la empresa destaca su filosofía de abastecerse del producto más cercano, siempre que sea posible, para ayudar a dinamizar la producción local.
El comprador de alimentos ecológicos los prefiere por saludables, gastronomía, para estar a la moda o convicción. En España el consumo de ecológico es ocasional y minoritario. Todo y así, los alimentos ecológicos están por pasar de una distribución en canales especializados a las estanterías del comercio gran consumo, la gran distribución organizada, GDO, con el Carrefour y Lidl al frente de las primeras iniciativas.
Ecológico y orgánico está de moda en alimentación; también crece el consumo de vegetales frescos, y la gente está en una tendencia del fresh-for-longer, y dice querer alimentos locales de productores de proximidad. Sin embargo, el 70% de los alimentos de un supermercado son ultra-procesados.
En el ecológico hay una intensa vocación de modernización en sus actividades económicas y en las tecnologías de los alimentos han aparecido un tipo de innovaciones en dónde la horticultura tradicional podría ir mirando para inspirarse en procedimientos de mínimos procesados (desde la IV a la VI gamas) para añadir valores a sus frutas ( incluso frutos secos), verduras, zumos, aceites y frutos del olivar, … derivados de la uva, etc
En los supermercados Consum dicen que multiplican por seis los items de etiquetas “ecológico” para destacar un compromiso de alimentación saludable en sus tiendas y Haciendas Bio incorpora numerosas referencias y presentaciones de frutas y verduras en fresco con etiquetas certificadas con “biológico” procedentes de más 1.628 hectáreas en 30 fincas en diferentes regiones españolas.
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