Jerarquizar los residuos alimentarios en una pirámide ayuda a minimizar los desperdicios
Las acciones se centran en prevención, reducción, reciclaje, recuperación de residuos y, por último, eliminación. Por otra parte, “pagar por los desperdicios”, ¿será una opción?
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Jerarquizar los residuos alimentarios en una pirámide ayuda a minimizar los desperdicios. Las acciones se centran en prevención, reducción, reciclaje, recuperación de residuos y, por último, eliminación.
Los alimentos tienen valor más allá de su vida útil para el consumo humano. La clave está en detectar dónde hay pérdidas y articular medidas para desplazar el alimento a un estrato inferior en el que aún tenga utilidad. Con esta jerarquización de residuos se busca minimizar el desperdicio alimentario dentro de tres fases: prevención, reducción y gestión de residuos. Es lo que se llama la pirámide del aprovechamiento o jerarquía de residuos.
Hay una pirámide para el aprovechamiento de alimentos, ¿cómo es?
Los residuos pueden (y deben) jerarquizase para minimizar el desperdicio. Valerse de la pirámide del aprovechamiento proporciona una serie de medidas que gobiernos, agricultores, fabricantes, distribuidores y consumidores tienen que priorizar. El objetivo es ofrecer la mejor opción ambiental para tratar los residuos alimentarios. Supone desde prevenir la pérdida de alimentos hasta eliminar los desechos.
Las pérdidas se producen en distintos ámbitos:
11 % en la producción, 5 % durante la fabricación o transformación, 19 % en la comercialización, 12 % desde la restauración y un 53 % en los hogares.
(Estos porcentajes corresponden a países de hábitos de consumo y comercio de alimentos como EEUU, Canadá o en los países de la UE. En otros países con economías diferentes los porcentajes cambian.
En las regiones en desarrollo y socioeconomías muy dependientes de la agricultura la mayor parte de las pérdidas de alimentos están en el campo y en la falta de una poscosecha y distribución eficientes de los alimentos desde el campo a las tiendas)
El desperdicio alimentario y la poscosecha
La pirámide del aprovechamiento tiene una estructura invertida. Para los residuos establece tres niveles o acciones a seguir: prevención, reducción y gestión. El fin es minimizar el desperdicio alimentario para que sea, si es posible, nulo.
La Prevención, Reducción, Gestión de los resididuos, se explican en el artículo ¿Sabes que es la pirámide del aprovechamiento o jerarquía de residuos en el ámbito alimentario? de Sonia Recio en la revista Consumer de la cadena de supermercados Eroski. Ver AQUÍ
En el mismo artículo se preguntan sobre si Pérdidas y desperdicio de alimentos, ¿es lo mismo?
A través del Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos, que se celebra el 29 de septiembre, se hace un llamamiento a la acción tanto al sector público como al privado (empresas y particulares). Pretende establecer prioridades y avanzar valiéndose de la innovación para reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos.
Naciones Unidas calcula que en 2019 el desperdicio de alimentos en viviendas, establecimientos de venta al por menor y restaurantes ascendió a nivel global a 931 millones de toneladas.
Aunque a menudo suelen confundirse, pérdida y desperdicio alimentario no son lo mismo. Para medir ambos objetivos, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) se propuso la creación de dos índices:
Índice de Pérdida de Alimentos (IPA)
Este indicador, recopilado por la FAO, analiza qué se pierde durante la producción o en la cadena de suministro alimentaria antes de que los alimentos lleguen a los comercios minoristas (sin incluir estos). Por ejemplo, este indicador recoge la pérdida de productos frescos que se desechan porque no cumplen las normas del mercado en cuanto a forma, color o madurez y se retiran antes de llegar a la venta.
Según estimaciones de la FAO en un informe realizado en octubre de 2019, en el mundo cerca del 14 % de los alimentos se pierden antes de que se puedan vender.
Índice de Desperdicio de Alimentos (IDA)
Elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), este indicador determina la cantidad de desechos que se producen en los puntos de venta, restaurantes y hogares. Por ejemplo, cuantifica los alimentos que se caducan y son desechados en los comercios o por los consumidores.
Según este indicador, el 17 % del total de alimentos disponibles para los consumidores en 2019 se desperdiciaron. De los 931 millones de toneladas de alimentos que se desecharon ese año, el 61 % se tiró a la basura en los hogares, el 26 % en la restauración y un 13 % en los comercios minoristas.
El desperdicio de alimentos
Pagar por los desperdicios
Yuna Ku es periodista del Servicio Coreano de la BBC y vive en Seúl. La joven paga por reciclar sus restos de comida, que coloca en máquinas con sensores ubicadas en distintos puntos del complejo de 2.000 apartamentos donde reside; cuenta Alejandra Martins en la BBC News Mundo.
Jae-Cheol Jang es profesor del Instituto de Agricultura de la Universidad Nacional de Gyeongsang, en el sur del país, y es coautor de un reciente estudio sobre el sistema coreano de reciclar residuos alimentarios. “Según los datos más recientes que tenemos del Sistema Nacional de Manejo de Residuos, de 2022, en Corea del Sur se procesan cada año cerca de 4,56 millones de toneladas de restos de alimentos (de hogares, restaurantes y negocios menores)”, le dice Jang a BBC Mundo. “De esa cantidad, 4,44 millones de toneladas son recicladas para otros usos. Eso significa que se recicla en torno al 97,5% de los residuos de comida”.
En Corea del Sur cuenta Jang, “con la industrialización y urbanización también surgieron problemas sociales, y uno de ellos fue el manejo de residuos”. En Corea del Sur los cambios económicos a partir de 1980 significaron un aumento de vertederos, algunos cercanos a zonas pobladas, y esto generó protestas. Los residuos de alimentos, cuando se descomponen, son una fuente de metano; los vertederos son un problema.
En 2005 se prohibió tirar restos de comida a los vertederos; y en 2013 se implementó el actual sistema de Pago por Peso de Residuos de Comida, Weight Based Food Waste Fee o Wbfwf por sus siglas en inglés.
Para organizar el “pago por los desperdicios” hay que comprar las bolsas, calcomanías, o stickers, para colocar en los recipientes con restos de comida y se usan máquinas con identificación por radio frecuencia.
El sistema coreano se basa en “paga a medida que tiras tus restos de comida”.
Ver AQUÍ el artículo completo de la BBC Mundo.
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